En cada pieza, el horizonte se convierte en el protagonista central, creando una sensación de inmensidad y de conexión profunda entre los elementos naturales. Este enfoque en el horizonte simboliza un espacio de reflexión y contemplación, donde el espectador puede perderse en la inmensidad del paisaje.
El uso de tonalidades como el amarillo, naranja o violáceo es una de las características distintivas de esta serie. Estos colores no solo buscan captar la luz y la atmósfera del mar en diferentes momentos del día, sino que también evocan emociones de calma, esperanza y misterio. El amarillo y el naranja aportan una calidez que contrasta con las frías tonalidades del agua, mientras que el violáceo introduce una atmósfera más profunda y contemplativa, casi onírica.
En palabras de Acuña: “A través de esta paleta cromática y el énfasis en el horizonte, busco ofrecer una interpretación emocional y visual del mar, invitando al espectador a experimentar una conexión más profunda con la naturaleza, concretamente con los paisajes de mi tierra, Asturias”.